viernes, 12 de diciembre de 2008


LA AVENTURA DE SER MAESTRO

De los aciertos en las elecciones que he tenido que hacer en mi vida, es sin duda el ser maestra.
Han transcurrido casi 23 años en los que inicié este viaje acompañada en todo momento de jóvenes de diferentes caracteres, inteligencias, modos, rasgos físicos, religiones, culturas y demás. He nutrido mi vida en base a las experiencias que he tenido de cerca con ellos y en ocasiones con sus padres, el convivir me hizo crecer como madre pues conforme pasaba el tiempo paralelamente mis hijos crecían y en más de uno de mis alumnos vi reflejado el rostro de mis hijos.
Jose M. Esteve refiere en su introducción algo muy similar a mis inicios como docente, la ansiedad por no ser profesor de profesión me llevó a cometer algunos desaciertos que confieso no fueron los más agradables, no es excusa pero la escuela con la que yo impartía era la misma con la que había sido educada: tradicionalista, rígida e inflexible, era muy satisfactorio en aquel tiempo ser temible para con los alumnos que en más de una ocasión terminaban aborreciéndome como maestra por lo exigente que era, lo confieso y me arrepiento de ello, de verdad, sin embargo, con el paso del tiempo crecí como persona y como profesional tuve que tomar muchos cursos de desarrollo humano y sensibilización para entender claramente que me debía al 100% a mis estudiantes y que gracias a ellos, llevaba y llevo el pan de cada día (gracias a mi sueldo)a mi mesa.
Aprendí a llorar por el que se iba sin razón, algunos de forma temporal y otros hasta la eternidad, a reír de cada ocurrencia o chispazo que tenían en el aula, disfrutar del cambio de los muchachos y su mentalidad, gozar de los momentos de gloria, vitoreo y aplauso que me daban, valorar las galletas, chocolates , dulces y flores que recibía, entender las justificaciones de un trabajo no entregado, aprender y re-aprender que no siempre sabía todo lo que decía y que en muchas ocasiones sabían más ellos que yo, porque después de todo: ¿quién lo sabe?, desprenderme al término de una generación de ellos, aventar con ellos sus birretes, en fin son momento tan sensibles que me han hecho ser más competente, proactiva, propositiva, estoy ahora abierta al cambio y aunque estoy en la edad adulta deseo seguir aprendiendo pues no considero que esté en declive sino que me encuentro en la cumbre de mi labor, estoy en la trinchera peleando cada día con los paradigmas y las atadura de una educación obsoleta con el firme propósito de aportar un granito en el corazón de mis muchachos para que germine y florezca en deseos de superación para sí mismo y para su entorno.

IDALIA

3 comentarios:

  1. Hola Idalia:
    Acabo de leer tu perfil y me da mucho gusto saber que eres una lectora ávida, El perfume me encanta por la descripción que hace de París en el siglo XVIII, y de Jorge Bucay me gusta todo, pero más el libro de "El camino de las lágrimas", tiene una forma de escribir que te obliga a reflexionar aunque no quieras.

    Respecto al asunto que nos interesa, tenemos muchas cosas en común, como el de intentar, cada día, que los alumnos quieran aprender algo, el compartir con ellos algo más que aprendizaje, pues los expertos hablan de la importancia de la afectividad en el aula.

    Estoy aprendiendo mucho de cada uno de los compañeros del grupo, y me da gusto saber que tenemos muchas cosas en cómun.

    Nos vemos en el foro
    Saludos afectuosos

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  2. Hola compañera Idalia:

    Me parece muy interesante tu comentario, veo que disfrutas mucho tu practica docente y todas tus actividades, que bien. Ademas veo en tu perfil que te gusta la musica de los 70's, igual que tu servidor, cunado gustes intercambiamos algunos temas.

    Saludos cordiales

    Héctor

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  3. Gracias por sus comentarios estimados compañeros es gratificante saber que de alguna forma hacemos eco en alguien, créanme que éso hacen en mi ser.
    Seguimos en contacto.
    Y en ésta temporada los invito a recargar la pila para el próximo ciclo y que con las bendicones de Dios saquemos todos nuestros propósitos adelante.

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